Santi destaca por su sentido fuerte de responsabilidad, primero hacia su hermana menor, Begoña, y más tarde como líder no oficial de los niños españoles exiliados. Siempre se preocupa por los demás e incluso cuando él y Begoña no pueden seguir viviendo juntos, la visita a menudo para que no olvide sus raíces españolas ni hablar su lengua materna. A veces pasa por momentos difíciles que tienen un impacto en su comportamiento, por ejemplo cuando, sin intenciones maliciosas, molesta a los Dufour con sus acciones. Cuando reflexiona sobre su situación, la de sus compañeros y el estado de su querido país, permite al lector reconocer la futilidad de la guerra y el efecto dañino que tiene en todos, no solo en los que luchan en el frente.
En el Fleury, Santi organiza actividades como partidos de fútbol y el orfeón para tratar de mantener un estado de ánimo positivo entre los niños. Con las canciones vascas y las reuniones y charlas bajo «el otro árbol de Guernica» en el patio, Santi consigue crear un lazo fuerte entre los niños. Santi es muy consciente de que todos ellos quieren lo mismo; tener noticias de sus padres, volver pronto a su país y que acabe la guerra.
Cuando en ocasiones separadas dos belgas cuestionan el carácter de sus compatriotas, reacciona con feroz lealtad a pesar de las posibles consecuencias para él. Por todas estas razones, el personaje de este chico tiene una importancia clave en el desarrollo de los acontecimientos.